- Ya. Te llamo para
recordarte que sigo esperando una respuesta a mi propuesta de esta tarde. Te
has ido sin más y necesito esa respuesta ya mismo.
Ya
estaba todo el pescado vendido, pero ella no podía saberlo todavía. Se había
comprometido a no hacerlo público hasta dentro de seis días, y si le daba una
respuesta ahora, tanto en negativo como en positivo, lo podía estropear todo.
Maldita fuera su suerte...
- Bueno, ahora mismo no puedo
contestarte... - Tiempo, tiempo, tenía que ganar tiempo. - Mañana por la mañana
te llamo y te contesto. Te lo prometo.
-Espero que sea verdad,
porque vas a perder una oportunidad de oro si te apeas del carro ahora mismo...
- Su voz cambió, haciéndose más sensual – Te lo aseguro...
Él
intentó tragar saliva pero no lo consiguió. La rubia le miraba sonriente, como
diviertida, viendo como lidiaba con una conversación que, desde luego, no le
estaba resultando cómoda de llevar.
Eso
hizo que él se sintiera todavía más incómodo y quisiera acabar cuanto antes.
-Sí, sí, lo sé. Te... te
llamo mañana, ¿vale?.- Y colgó.
Miró
sonriendo a la espectacular rubia (veintipocos años, pechos generosos, que
intentaban escapar del brutal escote que los oprimía, sonrisa fresca y sincera y
ojos de un verde intenso que le habían capturado la mirada. Y eso lo consiguió
observar en solo unos segundos... No estaba mal para un viejo).
-Ah, oh... perdona, una
llamada inoportuna, y bueno, ya ves....- Así, seguridad ante todo. No daba pie
con bola, y se notaba su turbación. ¿Cómo iba a ligar de esa manera, y
precisamente, con semejante bombón?
-Tranquilo, no ha pasado
nada. - Su voz realzó la presencia de la joven, todavía más- ¿Una llamada
importante?
-Sí. No. Nada. - La
expresividad siempre había su fuerte, desde luego. - Una llamada del trabajo.
Ya sabes. Nada serio...
-Me alegro. - Su sonrisa
iluminó todavía más su rostro, y como si fuera un faro, también el suyo.
Los
ojos de la joven le capturaron la mirada.
“Cielos,
estoy completamenta a su merced…” Atinó a pensar, antes de que su boca le
traicionara y dijera, casi sin tartamudear…
-¿Te apetece tomar algo?
“Mierda…”.
Ni loca iba a querer tomar algo con él. No sabía ni por qué había dicho eso.
-¿Ahora?... Pues claro. Dame
dos minutos que coja un poco de carne, pagamos y nos vamos…
-Sí, sí, claro.
¿Qué
había pasado? No daba crédito. Había lanzado la invitación sin pensar siquiera,
y ella ¡había aceptado!
-Te espero en la salida, no
te vayas a escapar sin mí, ¿eh?
No hay comentarios:
Publicar un comentario