- Cuando de
la orden, proceda, número 1.
La tensión se
respiraba en la escalera. Habían llegado en solo unos 30 minutos desde que
saltaron todas las alarmas en la Agencia. Un tiempo remarcable, teniendo en
cuenta que se encontraban a 50 km de allí y habían llegado sin llamar la
atención. Pero podía ser demasiado, estando en peligro una de sus mejores
agentes.
A cada lado
de la puerta del piso asignado a Sandra para la misión se alineaban tres
agentes, embutidos en los trajes de combate negros, con los cascos y las gafas
colocadas. En sus manos, sendas H&K, listas para disparar llegado el caso.
Frente a la entrada, otro agente mantenía el ariete de acero, dispuesto a hacer
saltar la cerradura en cuestión de segundos. No había puerta de seguridad que
aguantara más de cinco impactos bien dados con semejante instrumento.
Carlos estaba
al mando de la misión. Vestía ropa de calle, un vaquero desgastado y una
camiseta marrón que cubría con una ligera cazadora negra. En su mano, también
dispuesta para hacer fuego, llevaba la ligera Block, tan mortal como los
fusiles si era necesario.
- Adelante.
La puerta
resistió el primer impacto, pero al segundo se abrió con un gran estruendo,
permitiendo que dos agentes se introdujeran sin pérdida de tiempo en el
apartamento. Antes de que otros dos les siguieran, y rompiendo el protocolo,
Carlos accedió a la vivienda, siendo seguido por el resto de compañeros.
Se dirigió al
salón, mientras sus compañeros se repartían por el resto de habitaciones.
-Despejado.
-Despejado.
-Despejado.
No había
nadie en el apartamento.
-¡Mierda! –
Carlos sintió que había fracasado. El objetivo había huído. El único consuelo
que le quedaba era que Sandra tampoco estaba. Probablemente, la habría llevado
con él como rehén.
Cogió el
comunicador y dio la orden para que subiera el equipo de rastreo. Ellos podrían
encontrar indicios de lo que había ocurrido allí, y le darían un camino a
seguir.
Mientras
subían, paseó su mirada por la cocina, el lugar donde parecía que habían estado
las dos personas que buscaban.
Una silla junto
a la mesita, tenía restos de cinta americana. Probablemente había sido
utilizada para inmovilizar a Sandra. Sobre la mesa había un plato con un resto
de filete. El cenicero tenía tres colillas. Ella no fumaba, así que debían de
ser él. Buenas noticias para el equipo científico. Por fin tendrían muestras de
ADN del sujeto.
La habitación
estaba limpia, sin apenas desorden, así que no se produjo ninguna pelea.
Extraño, pero no inesperado. La chica sabía manejar bien las situaciones
comprometidas, en cualquier forma que se presentaran.
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