viernes, 28 de septiembre de 2012

INTERFERENCIAS (10)




- Cuando de la orden, proceda, número 1.
La tensión se respiraba en la escalera. Habían llegado en solo unos 30 minutos desde que saltaron todas las alarmas en la Agencia. Un tiempo remarcable, teniendo en cuenta que se encontraban a 50 km de allí y habían llegado sin llamar la atención. Pero podía ser demasiado, estando en peligro una de sus mejores agentes.
A cada lado de la puerta del piso asignado a Sandra para la misión se alineaban tres agentes, embutidos en los trajes de combate negros, con los cascos y las gafas colocadas. En sus manos, sendas H&K, listas para disparar llegado el caso. Frente a la entrada, otro agente mantenía el ariete de acero, dispuesto a hacer saltar la cerradura en cuestión de segundos. No había puerta de seguridad que aguantara más de cinco impactos bien dados con semejante instrumento.
Carlos estaba al mando de la misión. Vestía ropa de calle, un vaquero desgastado y una camiseta marrón que cubría con una ligera cazadora negra. En su mano, también dispuesta para hacer fuego, llevaba la ligera Block, tan mortal como los fusiles si era necesario.
- Adelante.
La puerta resistió el primer impacto, pero al segundo se abrió con un gran estruendo, permitiendo que dos agentes se introdujeran sin pérdida de tiempo en el apartamento. Antes de que otros dos les siguieran, y rompiendo el protocolo, Carlos accedió a la vivienda, siendo seguido por el resto de compañeros.
Se dirigió al salón, mientras sus compañeros se repartían por el resto de habitaciones.
-Despejado.
-Despejado.
-Despejado.
No había nadie en el apartamento.
-¡Mierda! – Carlos sintió que había fracasado. El objetivo había huído. El único consuelo que le quedaba era que Sandra tampoco estaba. Probablemente, la habría llevado con él como rehén.
Cogió el comunicador y dio la orden para que subiera el equipo de rastreo. Ellos podrían encontrar indicios de lo que había ocurrido allí, y le darían un camino a seguir.
Mientras subían, paseó su mirada por la cocina, el lugar donde parecía que habían estado las dos personas que buscaban.
Una silla junto a la mesita, tenía restos de cinta americana. Probablemente había sido utilizada para inmovilizar a Sandra. Sobre la mesa había un plato con un resto de filete. El cenicero tenía tres colillas. Ella no fumaba, así que debían de ser él. Buenas noticias para el equipo científico. Por fin tendrían muestras de ADN del sujeto.
La habitación estaba limpia, sin apenas desorden, así que no se produjo ninguna pelea. Extraño, pero no inesperado. La chica sabía manejar bien las situaciones comprometidas, en cualquier forma que se presentaran.

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