Paco comenzó
a pensar que estaba perdiendo el control de la situación. No le gustaba dejarse
llevar por otra persona. Tenía que recuperar la situación y dominar a la
muchacha, antes de que ella lo hiciera y acabara dándole la vuelta al asunto.
-No creas que
te va a salir bien la jugada. – Su mirada volvió a cambiar. Ya no aparentaba
esa indecisión que ella había visto hacía unos segundos. Era fría, determinante
y amedrantadora.
Acercó el
cuchillo hasta la pálida mejilla de la chica y apretó con firmeza, rompiendo
ligeramente la piel y dejando que los capilares vertieran una gota de sangre
por su rostro.
Ella
contuvo la respiración y tragó saliva.
Comenzó a temblar, rompiendo por completo toda la disciplina que la había
mantenido cuerda y alerta durante todo el rato. Si perdía los nervios, estaba
muerta. Eso lo tenía claro.
-Aquí mando
yo. Y tú vas a estar calladita, hasta que veamos ese móvil y podamos aclarar
qué está pasando aquí. Luego, ya veremos si te sigo pareciendo incapaz de
violarte y degollarte mientras te penetro…
Se separó de
ella y lo perdió de vista. Debía de haberse situado detrás de ella, de manera
que no lo veía. Pero sentía sus ojos clavados en su nuca. Estaba desconcertada.
No sabía qué
estaba pasando, y quizás era un momento tan bueno como cualquier otro para
recapitular y encontrar un hueco por donde maniobrar.
Comencemos.
El tipo era Paco Mascilla Valor, un ingeniero de una importante compañía
petrolífera con delegación en Valencia. Habían indicado que estaba en contacto
con agentes de otro gobierno vendiendo información confidencial.
Había
cabreado a alguien y la habían enviado a ella para quitarlo de en medio. No a
cualquiera, sino a ella en concreto. Y ahora caía en que le había parecido
raro, pero no demasiado extraño. ¡Qué narices! Era buena en lo suyo y ya tenia
unas cuantas muescas.
Su enlace en
la empresa le había dado instrucciones y había actuado según lo previsto. Pero
el tipo resulta que tiene una sorpresa, como el jodido Kinder, y resultó ser un
asesino y un violador. O eso quería que ella creyera.
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