El camión no
había podido frenar a tiempo y el exceso de velocidad había provocado que
volcara y desparramara todo el contenido de la caja por el suelo. Centenares de
pollos aleteaban en el asfalto, buscando un soplo de vida entre la sangre y los
miembros partidos.
El escándalo
era mayúsculo.
Las ruedas
del coche de Paco pasaron sobre varios de las aves, salpicando de sangre el
plumaje del resto. El sonido de los frágiles huesos partiéndose se sobrepuso
sobre el insistente cacareo y puso el vello de punta a los dos fugitivos.
Finalmente, con el intenso chillido de los frenos el vehículo se paró, a solo
un par de metros del camión sinestrado.
Sandra no se
había puesto el cinturón, un error que podría haberle costado la vida si no
hubiera saltado el airbag. Aún así, el fuerte golpe contra su rostro le hizo
sangrar la nariz.
Paco sí lo
llevaba, así que su golpe fue algo más suave, y el impacto contra en cojín
hinchable no le resultó tan fuerte.
Aún así,
ambos se quedaron en el coche, mirando sin dar crédito la escena que continuaba
desarrollándose frente a ellos. Un par de coches habían parado en la autovía, y
sus conductores se acercaban corriendo, buscando socorrer al chófer siniestrado
y a los dos ocupantes del coche.
A Paco se le
ocurrió entonces que debía señalizar la curva. Un coche podía tomar la entrada
a la autovía y sufrir el mismo destino que ellos. Ese tipo de pensamientos le
tenían abstraído, cuando sintió un fuerte tirón.
- Vamos, no
te quedes ahí como un pasmarote. Tenemos que movernos rápido.
Sandra se
había recuperado antes que él. Su entrenamiento le permitía retomar el control
y prepararse para reaccionar en momentos de confusión. Abrió la puerta del
acompañante y salió a la calzada. Tuvo que apoyarse un momento en el coche. La
carretera estaba totalmente cubierta de pollos desmembrados y moribundos, y era
muy complicado caminar entre ellos. Por suerte, había cambiado su calzado antes
de salir de casa y llevaba unas deportivas cómodas y mucho más prácticas que
los zapatos que utilizó antes.
Paco tardó
unos segundos en reaccionar, pero al verle salir, asió con decisión el tirador
y salió a enfrentarse con el caos del exterior.
- ¡Dios mio!
¿Están bien?
Uno de los
conductores que habían parado se dirigía a ellos, mientras el otro hablaba por
el móvil, pidiendo ayuda al 112.
- Sí, sí,
estamos bien… El airbag… ha saltado y estamos bien.
- Vengan,
vengan. Les acompañaré al arcén. Allí no hay pollos y podrán reposar hasta que
lleguen las ambulancias.
Tomó del
brazo a Sandra, y dejó que Paco les siguiera. Les ayudó a sentarse junto a su
vehículo, una furgoneta de reparto sin marcas visibles.
- Esperen
aquí, voy a intentar ayudar al camionero. Tengo el título de auxiliar de
enfermería, ¿saben? – Les dejó y corrió hasta la cabina, que ya estaba siendo
rodeada por otros automovilistas que habían parado. Un frenazo y un golpe, que
provenía del lugar donde tenían su coche, ahora oculto por el camión, arrancó
más gritos de la gente que intentaba ayudar. Algún conductor había tomado la
entrada a la autovía y debió de golpear el coche de Paco.
- Vamos,
tenemos que largarnos de aquí. – Sandra cogió a Paco del brazo y lo empujó
hacia la furgoneta.
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