-¡Hola! –
Puso su mejor sonrisa a la pareja- ¿Puedo ayudaros en algo?
Los dos
sonrieron y le dijeron en un castellano teñido con acento inglés americano que
solo estaban pegando una vista a los cuadros.
- ¡Son
preciosos!- Ella parecía encantada con un cuadro en especial. Una fantástica
puesta de sol que Laura había pintado hacía solo tres días, en la que el color
carmesí daba a la estampa una ambientación casi mágica.- ¿Cuánto cuesta este
cuadro?
- Treinta
euros. Una ganga, porque es una imagen muy especial. No se puede encontrar en
otro lugar de la isla, nada más que donde se pintó. Y no suele verse una puesta
de sol tan bonita…
- ¡Fantástica,
desde luego!- Añadió él.- Nos la quedamos, pero… ¿La ha pintado usted?
- No, me temo
que no tengo yo esa especial cualidad para plasmar así las imágenes. Es obra de
mi pareja, Laura. – No parecía que hubiera nada extraño en esta pareja,
finalmente. Era una situación de lo más normal, que se repetía varias veces a
lo largo de la jornada. Pero aún así, se sentía extraño en su presencia.
- ¡Me
encantaría conocerla! ¿Está por aquí? – La joven parecía entusiasmada. – Me
gustaría que lo dedicase en la parte de atrás.- Se acercó a Isaac, como para
contarle un gran secreto. – Se trata de un regalo para mi suegro, y seguro que
se emociona con una dedicatoria de la artista.
- Bueno, ha
salido a comer, pero si esperan un momento, vendrá enseguida. – Ese sentido de
la urgencia crecía en su interior, y la sensación de alarma le hizo tomar una
decisión rápida. – O mejor, está ahí mismo, en la plaza. La llamo y se acercará
enseguida. Si hacen el favor de esperar…
Avisó a
Juani, la chica que tenía un puesto de tés e infusiones delante de su parada, y
con un gesto y una sonrisa, se despidió de sus clientes y les prometió que
volvería en menos de dos minutos.
En cuanto dio
la vuelta a la esquina, se paró un momento y oteó oculto en ella. La pareja
continuaba mirando el cuadro con atención, pero… Él cambió su cara y cogió el
móvil. Realizó una llamada, mientras ella rebuscaba algo en el bolso. Podría
ser el monedero. O un arma.
Llegó hasta
donde esperaba Laura, tomando una clara y charlando animadamente con Sebas.
- Hola pareja.
- Hola,
cariño. Llegas a tiempo, me contaba Sebas que…
- Sí, llego a
tiempo, pero tenemos que irnos. Me ha llamado Jauri, diciendo que tenemos un
escape de agua en casa. Lo siento Sebas, tenemos que irnos corriendo, antes de
que se estropee todo… ¿Podrás hacernos el favor de recogerlo todo? Dejándolo
tras la parada, bastará. Luego pasaré yo a por todos los trastos.
- Hombre,
claro, faltaría más.
Laura cambió
su cara. Ese era el código que se habían puesto para determinar que les habían
localizado. Tenían que salir de allí rápidamente. Ya vería después si era
cierto o solo una falsa alarma.
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