martes, 16 de octubre de 2012

INTERFERENCIAS (18)



-¡Adelante! – El sonriente Isaac les franqueó el paso a la confortable casita que tanto esfuerzo les había costado preparar. – Espero que no os moleste el desorden. Llevamos unos días muy ocupados con el mercadillo, y bueno, no hay manera de sacar tiempo para todo.
-¡Tranquilos! No os preocupéis. Tendríais que ver como tenemos nosotros el apartamento. – La risa de la americana no consiguió tranquilizar del todo a Laura, aunque comenzó a abrirse paso una duda en su mente. ¿Y si se equivocaban? ¿Y si no eran quien pensaban que eran? Los dos habían servido en la Agencia, y estaban preparados para hacerse pasar por cualquier persona, aunque también era cierto que los años de servicio les habían provocado una asfixiante y perturbadora paranoia. Cualquiera podía no ser quien decía ser…
Este último pensamiento hizo que se calmara y los años de entrenamiento hicieron su aparición. Solucionaría este problema de forma profesional, y luego, verían como solucionaban el desaguisado. Hicieran lo que hicieran, tenían que volver a moverse.
- Laura, ¿dónde guardamos los lienzos de la colección? – Isaac notó las dudas de su pareja, y le lanzó el capote.
- Bueno, creo que los dejé abajo, entre las colecciones del bosque. – Se giró hacia sus invitados – Hace unos meses pinté varios cuadros del pinar que hay cerca de la carretera. Ahí los tengo, todos juntos, criando polvo…
- Oh, pues eso tenemos que verlo. – Timothy no perdió ocasión de alabar el trabajo de la pintora.- Si son tan bonitos como los de la puesta de sol, igual nos llevamos uno también. ¡Tienes un talento especial, Laura!
Isaac abrió la puerta del sótano e invitó a los americanos a bajar a ver los cuadros.
- ¡Y tanto! Y yo tengo la suerte de poder estar con ella. El talento no se pega, pero yo lo intento todos los días. – Las risas de todos se adueñaron de la casa, mientras el anfitrión iniciaba la marcha escaleras abajo, seguido de la pareja y finalmente, de Laura.
Esta se detuvo un momento, y cogió algo del cajón de la entrada. Lo guardó en la parte de atrás de la falda, y comenzó a bajar las escaleras. Cuando estaban a mitad camino, asió la empuñadura de la pistola y amartilló el percutor.
Un móvil sonó de repente, rompiendo la tensión del momento. Tensión que solo experimentaban, al parecer, Laura e Isaac.
- I’m sorry… - Catherin sacó el móvil y miró la pantalla. – Son los niños… No se les puede dejar solos, con quince años y doce años, siempre están riñendo… - Subió las escaleras hacia la puerta de fuera, mientras, Timothy continuaba bajando.
- Te esperamos abajo, querida…- Sonrió y continuó bajando hasta donde le esperaba Isaac, expectante.
Laura miró a su compañero y subió a la entrada, para esperar a su invitada. La pistola volvió a su lugar. La situación había dado un vuelco, y estaba confusa. ¿Qué debía hacer?

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