lunes, 15 de octubre de 2012

INTERFERENCIAS (17)


Pero esta vez decidieron no seguir huyendo, querían plantar cara a la organización que les había amargado la vida durante los últimos tiempos.

-Siento miedo, Isaac –casi le costaba escuchar de sus propios labios aquella confesión.

-Es normal Laura, hace mucho tiempo que no nos encontramos en situaciones comprometidas –le tranquilizó Isaac-. Tenemos que hacer algo para seguir viviendo con tranquilidad, sin miedo.

-Y ¿qué has pensado?

-Tú sígueme la corriente y cálmate.

Con serenidad llegaron al puesto donde se encontraba la pareja esperándoles. Laura temía que se le notase el temblor de las manos, de la voz.

-Ella es Laura –Isaac rompió el silencio con un poco de brusquedad mientras arropaba a Laura pasando su abrazo por la cintura.- No recuerdo sus nombres.

-Soy Thimoty y mi esposa Catherin.


Isaac no dejó que la sonrisa se borrase de su rostro mientras todos se dieron las manos educadamente. Era cierto que la pareja no se había presentado cuando abordaron a Isaac en el puesto. Sin pausa, siguió con las riendas de la situación en sus manos.

-Me ha comentado Laura que hay algún otro lienzo en su estudio de la misma colección. Le gustaría que nos acompañaran a casa para poder verlo con detenimiento y luego decidir sobre la adquisición.

Laura se quedó muda. Sólo logró asentir con un leve movimiento de su cabeza.

 -Nos parece una idea estupenda –confirmó Timothy  mientras Catherin no dejaba de sonreír y asentía con la cabeza.

Procedieron a extender la cubierta de tela sobre la mercancía del puesto y se dirigieron paseando hacia su casa. Isaac charlaba en animada conversación con el hombre mientras que Catherin y Laura estaban visiblemente nerviosas. La extrangera no dejaba de dar vueltas a la alianza que lucía en su mano, demasiado nueva para llevar unos años casados, tal y como les había contando Timothy. Mientras que Laura no podía articular palabra y no cesaba de retorcerse un mechón de cabello que caía sobre sus hombros.


Así llegaron a casa. Cruzaron el jardín dirigiendo sus pasos tras los de Isaac que les conducía directamente a la puerta del estudio. En ese momento Laura empezó a intuir lo que Isaac estaba planeando.

-¡Vaya! –exclamó Isaac- no llevo la llave del estudio. Si os esperáis aquí entro en casa y abro desde dentro.


Laura lo tuvo claro.

Los tres permanecieron en silencio durante poco más de un minuto. La tensión que trataban de disimular hizo que se sobresaltaran en el momento en que  escucharon como la llave activaba el mecanismo de la apertura de la puerta. Esta se abrió y la voz de Isaac les invitó a entrar.

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