viernes, 27 de julio de 2012

Prisas (12)


Como era de esperar el viejo coche arrancó a la primera… buen chico. Dejó que el motor se calentara y bajo las parpadeantes luces de avería puso primera y aceleró ligeramente. De pronto cayó en la cuenta de la sábana manchada de sangre que se encontraba frente al vehículo. No había vuelto a pensar en la mujer. Debería salir a buscarla. Hacía frio y tal vez se encontrara en peligro, malherida, asustada… desnuda. Recordó el cuerpo desnudo y le sorprendió una tímida erección. Con fastidio y creyendo hacer lo correcto volvió a parar el coche y bajó para tratar de encontrar la linterna y emprender la búsqueda.

Mientras hurgaba entre los matorrales por donde calculaba que habría ido a parar la maldita linterna empezó a sentir frio. Diez minutos más tarde ya estaba tiritando y  decidió desistir en la búsqueda y volver al coche. De pronto trastabilló al pisar algo con su pie derecho. Cayó al suelo donde paró el golpe con su mano herida y lanzó un alarido de dolor a la oscuridad de la noche. Maldijo en todas las lenguas que sabia… La lechuza le respondió ululando no muy lejos de allí. Al frotarse con su lastimado tobillo descubrió que el objeto causante de su caída era… la puta linterna. 

Mientras se incorporaba con la linterna en la mano no pudo evitar pensar que era una señal. Encontrarla era el inicio de algo bueno. Todo se empezaría a arreglar a partir de ese momento. Decidió que daría una corta batida en busca de la mujer. No dedicaría más de treinta minutos, sólo para calmar su conciencia y no tener que dar explicaciones a la policía sobre porque no la socorrió, porque no la busco y la auxilió.

Accionó el interruptor de la linterna y el haz de luz iluminó sus pies. Al alumbrar frente al coche descubrió que empezaba a nevar. Comenzó a andar encogido de frio y siguiendo el rastro de sangre que se adentraba en una zona del bosque con matorral bajo. La mujer había dejado un abundante rastro de sangre y arbustos aplastados y le resultaba fácil seguir la pista. Viendo la cantidad de sangre que había perdido ya no confiaba en encontrarla con vida.

La búsqueda se estaba alargando más de lo previsto. Cuarenta y cinco minutos. En algunos momentos temió perderse, en otros creía estar andando en círculos. Con las manos ateridas de frio y la luz de la linterna debilitándose, decidió emprender el regreso hacia el coche.

De pronto lo vio. El cuerpo desnudo de la mujer yacía sobre un gran charco de sangre. Era imposible que estuviese viva. Pero al tocar su muñeca en busca de latido… lo encontró. Tenía pulso.  La izó en volandas como si de una macabra novia se tratase y se dirigió al coche a duras penas. Fue un tortuoso camino en el que pudo percibir y palpar la desnudez de la mujer. Intentando sujetarla con firmeza, la asía de cualquier sitio. Brazos, manos, caderas, glúteos, pechos… un amalgama de carne y sangre que fue empapando sus propias ropas, su propio cuerpo. Cuando llegó al coche se había convertido en un monstruo después de un festín de sangre y muerte.

La depositó con cuidado en el asiento de atrás y antes de cubrirla con su chaqueta la observó detenidamente. La mujer era hermosa. Su cabello negro, rizado y enmarañado cubría parte de su rostro. Un cuerpo cargado de formas voluptuosas, femeninas. Pechos generosos, caderas redondeadas. Apartó un mechón de la cara de la mujer y comprobó la belleza de su rostro. Se estremeció al descubrir una antigua cicatriz que cruzaba su mejilla izquierda. No quería pensar en ello. Tenía que salir de allí.

Se sentó otra vez en al asiento del conductor, esta vez con la respiración agitada por una mezcla de frio, miedo y excitación al contemplar el cuerpo desnudo de la mujer. Olfateó el aire del habitáculo. Una mezcla de su olor corporal, del su propia orina, la meada que le había regalado la bestia antes de salir corriendo, el olor rancio de su viejo coche y  el olor a sangre se mezclaban haciendo el aire casi irrespirable. Abrió un poco la ventanilla. Fuera la nieve caía ya copiosamente.

Giró la llave y accionó el contacto otra vez.

1 comentario: