Intentó
controlar sus nervios, calmar su voz, y sofocar el llanto nervioso de los
últimos momentos. Tragó saliva, miró a su alrededor, atento por si volvía la
criatura, y con la Glock
en la mano herida, se atrevió a contestar.
-- Sí, sí, soy
yo… Enrique. ¿Quién llama?
-- Verá, le
llamó de la centralita de emergencia del Hospital Sur. Debería venir
inmediatamente, porque su mujer ha sido ingresada de urgencias hace una hora.
Estamos intentand… contacto con us… y no lo hemos conseguido ha…
La
comunicación se entrecortaba. La maldita cobertura. Al parecer había caído en
una zona donde llegaba algo de señal, pero no lo suficientemente potente como
para mantener una conversación coherente.
Se sentía
extraño. Mucho más extraño de lo que estaba hasta ese momento. ¿Cómo podía
estar Anita en el Hospital Sur? ¡Había hablado con ella hacía algo más de una
hora y estaba en el pueblo, esperando la carga que llevaba en el maletero!
No podía ser.
Todo se complicaba por momentos. Había tenido un accidente, había atropellado a
una mujer que andaba desnuda por el monte en plena noche, había sido atacado
por una especie de criatura voraz y se había cortado la mano. Por no hablar de
que la mitad de la mercancía estaría ya destrozada, la perra de su mujer había
sido devorada por el bicho ese y el coche no iría a ningún lado…
-- ¿Me
escucha, señor?
No se había
enterado de nada de lo que le decía la chica al otro lado de la maltrecha
línea, y necesitaba saber qué estaba ocurriendo. De alguna manera, en su fuero
interno, sabía que todo, el accidente, la mujer, la criatura (¿un lobo?, ¿un
oso?), el ingreso de su muj… ex – mujer, estaba relacionado. Demasiadas
casualidades. No sabía qué pasaba, qué demonios era todo eso, pero el asunto
que llevaban entre manos era demasiado grande y sabían que sería peligroso
cuando se metieron en ello.
-- Sí, sí,
dígame. Hay poca cobertura… -- Atinó a decir, mientras su cabeza, ya más
centrada, intentaba poner en orden todo lo que había ocurrido.
Pensó en decir
que estaba en peligro, lo que le había ocurrido, que alguien le fuera a buscar,
e iba a hacerlo, cuando el teléfono enmudeció.
Que pasaraaaaaaaaaaaaa guauuuu interesante...
ResponderEliminarAhhhhhhhhhhhhhhhhh....
ResponderEliminar¡Misterio!
Lo divertido de esto es que yo no sé qué tiene en mente Pilar, y ella no sospecha qué haré yo. ¡Ni siquiera nosotros sabemos como continúa hasta que el otro no lo escribe!
Un saludin